
... atrapa a países tercermundistas con débiles instituciones y funcionarios corruptos, ávidos de monumentales obras para subir su rating. Una vez terminan su período los políticos que empeñan su país dejan tremendo huevo a los nuevos gobernantes.
José Afane - Columnista de LA PRENSA GRÁFICA
Sri Lanka, una isla nación víctima de políticas económicas populistas (desde 1948), que se pasearon en su industria y agricultura a beneficio del partido de gobierno. En 1977, gozó de un paréntesis privatizador que permitió el progreso del sector textil y de las telecomunicaciones, hasta que el paréntesis se cerró (2004), con el retorno de los socialistas al poder quienes con sus nacionalizaciones y medidas populistas quebraron el país. No sujetos a crédito por el Banco Mundial, ni el FMI, se arrimaron a China, un hoyo negro del cual, a la fecha, no logran salir.
La "generosidad" del presidente Xi Jinping, "regalando" obras y prestando billones, es la forma como China consolida su liderazgo mundial, asegurando nuevos mercados para sus empresas, y a la vez, arrinconando a los países beneficiados a través de "trampas de deuda", posibles gracias a la corrupción de funcionarios locales, quienes velan por su beneficio personal sin importarles empeñar la Nación.
En 2007, Sri Lanka le pide a China la construcción de un mega puerto en la ciudad de Hambantota, pese a que los estudios de viabilidad habían concluido que no era factible. Por lo tanto, una vez operando, el puerto luchaba cuesta arriba por atraer barcos. En 2012 tan solo 34 barcos atracaron en Hambantota vs. 3,667 en Colombo. Para mantener este elefante blanco, la "trampa deuda" china le prestó a Sri Lanka $2,000 millones más a intereses altísimos. Hoy por hoy, el puerto chino sigue perdiendo la camiseta y Sri Lanka pidiendo merced para no terminarse de hundir por una deuda con China de más de $8,000 millones.
Una deuda impagable por un empobrecido país, por lo que la isla nación recientemente le concedió a China la explotación del puerto Hambantota por 99 años. La trampa deuda no para ahí. 600,000 chinos viven en 1,500 acres que controlan alrededor del puerto. Colombo, la capital de Sri Lanka, está dominada por rascacielos chinos (oficinas, apartamentos, hoteles). Los funcionarios locales no pueden ejercer sus negocios por la injerencia monstruosa de China, y para complicar la situación, los militares chinos controlan el ejército de Sri Lanka, y los pescadores chinos son amos y señores de su pesca.
La trampa china atrapa a países tercermundistas con débiles instituciones y funcionarios corruptos, ávidos de monumentales obras para subir su rating. Una vez terminan su período los políticos que empeñan su país dejan tremendo huevo a los nuevos gobernantes. Ecuador también ha caído en la trampa china; varios países africanos igual. Lamentablemente, culpa de las Nuevas Ideas, ahora es nuestro turno.
El pueblo salvadoreño aplaude un nuevo estadio, a pesar de que ya tenemos dos; aplaude una nueva biblioteca a pesar de que el salvadoreño apenas lee; aplaude unas ruedas en el puerto, pues nos encanta el circo. Muy pocos se cuestionan los "términos y condiciones" de la trampa china, ni demandan obras de infraestructura de mayor beneficio, como escuelas, hospitales y fábricas.
Quizá porque ahora el gobierno nos compara con Suiza, nos hacemos los suizos para no darnos cuenta de que a cambio de la "generosidad" china, perderemos el oriente del país, y nuestra pesca; y, al igual que Sri Lanka, caeremos en una trampa financiera de la cual ni nuestros bisnietos podrán salir.
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